Emoción del Enojo – Uno que destruye y otro que resuelve.

Comparte este contenido

Tiempo de lectura: 4 minutos

Sobre esta emoción del enojo, existen demasiadas confusiones a la hora de gestionarla. Hay uno que destruye y otro que resuelve. Sin embargo, directamente relacionamos la emoción del enojo con “enfadarnos con alguien o algo”. Además, lo hacemos de una forma poco constructiva, es decir, no llegamos a separar la emoción del enojo de aquello que hacemos con ella.

Por un lado, es una emoción fruto de una frustración que sentimos. Por otro, la energía que se acumula en nuestro cuerpo y su intensidad es proporcional a la importancia que demos a la situación. De ahí tan representativa la cita de Marco Aurelio, cuando decía: “Cuán más penosas son las consecuencias del enojo que las causas que lo produjeron”.

“El enojo nunca aparece sin razón, pero rara vez aparece con una buena”.

Benjamín Franklin.

Pocas son las veces que sabemos priorizar en cuanto a la trascendencia o alcance de la realidad de esa situación. Por eso, volcamos en la otra persona el enojo que estamos sintiendo. Además sumamos los enojos o frustraciones anteriores que hemos ido acumulando en relación a este hecho o a esta persona. Es decir, si no solucionamos esta emoción en su momento, iremos “almacenando enojos” y reuniendo energía hasta el punto de “explotar”. Entonces perdemos la capacidad de responder de forma razonable o civilizada. Manejar esta emoción en alta intensidad es misión imposible, es la que más energía nos proporciona. Muchas de las veces, también señala que hemos ido guardando demasiados enojos o frustraciones sin resolver, pagando después “justos por pecadores”.

¿Cuáles son las claves para la gestión del enojo?

Con la emoción del miedo la clave está en la percepción de la amenaza. y en los recursos que creemos tener para afrontarla. Estos recursos están estrechamente relacionados con la autoconfianza. Aquí, con la del enojo, la clave está en la capacidad de priorizar para resolver y en la autorregulación emocional.

  • Para ser capaces de priorizar, sería necesaria una reevaluación de la situación en sí, con distanciamiento de las anteriores si existieran. De esta forma centrarnos cognitivamente solo en un enojo. Pasando antes por entender que, objetivamente, es ilógico dar categoría prioritaria a: Un simple comentario desagradable que escuchemos en una barbacoa; Un pitido del coche que está detrás en un semáforo; Un olvido de una fecha; Un retraso de la comida en un restaurante, Publicaciones en redes sociales (algunas muy absurdas o insultantes, lo sé), Un atasco…. Y así multitud de “ilógicas excusas” que lamentablemente utilizamos a diario para perder tiempo de vida y energía. No sabemos dar la importancia que realmente deberían tener este tipo de situaciones. Si esto TE ocurre, aprender a priorizar sería TÚ primera tarea.
  • A partir de ahí, y con esta perspectiva podremos crear una estrategia resolutiva. Esta nos ayuda a responsabilizarnos de las consecuencias que quiero que tenga esta emoción. Así saber, hasta qué punto se tiene capacidad para solucionarla o no. Porque si seguimos repitiendo patrones destructivos de respuesta como “Tú tienes la culpa, que me has enfadado”; “Yo no soy así, es culpa tuya que me provocas”; “Los atascos me enfadan”; “Los lunes me molestan”; “No soporto el despertador por las mañanas”. Nos alejamos de un enfoque adecuado. Y nos convertimos en “victimas pasivas” de situaciones, personas y cosas tan absurdas como despertadores, timbres, días señalados, meses de año o el tiempo atmosférico…

Nuestra mente y la autorregulación emocional

Si por el contrario nos preguntamos ¿Cuál es la causa de la frustración que estoy sintiendo? ¿Tiene lógica la prioridad que le estoy dando? ¿Cómo de importante es esto en mi vida? ¿Si está en mi mano? ¿Cómo puedo solucionarla? Estaremos tomando responsabilidad de lo que sentimos, y también tendremos potestad y autoridad sobre aquello que vamos a decir, como decirlo y poder resolverlo.

Nuestra mente juega un papel protagonista en la autorregulación emocional. Controlar nuestras reacciones mentales forma parte de esta competencia emocional para manejar el enojo. Se puede aprender a través del autoconocimiento y así, será una competencia menos difícil de adquirir. Conseguiremos equilibrar nuestros enojos, para que los estados anímicos que surjan después, no estén llenos de sentimientos de culpa o de vergüenza. Recuerda que como en otras emociones nuestras reacciones mentales servirán de estímulos para que la intensidad emocional baje. Evitaremos así la alta intensidad que nos lleva al enfrentamiento, recuerda:

Utilizar el enojo para atacar, castigar o derrotar a personas es señal de una pobre inteligencia emocional. Se refleja que los valores y principios éticos no son los suficientemente fuertes como para saber lidiar con situaciones difíciles. Es un camino equivocado que intenta amedrentar, humillar o, “ganar batallas” que solo llenan el ego y vacían la autoestima. El daño que provocamos con nuestras palabras dice mucho más de lo que imaginas, pues “de la riqueza de tu corazón hablará tu boca”.

“Es sabio dirigir el enojo hacia los problemas, no hacia la gente. Para concentrar tus energías en respuestas, no en excusas.”

-William Arthur Ward

Extracto: Cargando Figuras – Un libro para prevenir y resolver Conflictos.

(Visited 417 times, 1 visits today)

Comparte este contenido

Leave A Comment